Mino Monta (みのもんた) es probablemente el presentador de televisión más famoso de Japón. Pero también es un líder de opinión autoritario, tendencioso, y antiguo, lo que hace que sus programas muchas veces parezcan una caricatura de un mitin político.
Mino Monta es uno de los hombres con mejor pelo de Japón, siempre por detrás de Su Excelencia Demon Kogure.
Pero a eso volveré luego. Primero hay que decir que Mino Monta es un profesional muy dedicado a su trabajo. Además de ser el presentador de la versión japonesa de «¿Quién quiere ser millonario?», tiene un programa diario a primera hora de la mañana, y otro en horario de sobremesa. Todo eso aparte de ser el presidente de una empresa de contadores de agua (para tuberías), ir al gimnasio, irse de cervecitas todas las noches, y volver a casa a dormir a diario. En realidad, se rumorea que llega a casa pasada la media noche, y que se levanta a las 3 para ir al estudio de su programa matutino. Incluso hay quien dice que hay tres Mino Montas que se van turnando, aunque solo uno de ellos a la vez puede tener ese pelo tan espléndido.
Puede que ya lo hayáis leído en otro sitio, o que ya no os sorprenda a estas alturas, pero Mino Monta tiene el récord Guiness por salir en la tele más horas en directo durante una semana (21 horas y 42 minutos). Es un récord bastante específico, pero realmente es raro el día que una persona enciende la tele y no ve a Mino Monta en algún momento, porque también sale en anuncios y en otros programas.
Bueno, y entrando en materia, es sabido que a los japoneses les gustan muchísimo y la comunicación a la vieja usanza (y que no pueden resistirse a un hombre maduro con un buen pelo), así que Mino Monta aprovecha su carisma (digo carisma para no repetirme mucho) para inculcar a los japoneses sus ideas sobre la sociedad, las cosas que molan, y las cosas que son una mierda.
El problema es que, siendo un empresario con muchísimos contactos, es difícil no ser tendencioso. Y Mino Monta suele hablar más o menos, y suele hablar mejor o peor según el tema o noticia que le ocupe. Por ejemplo está a favor de la pena de muerte, y precisamente por ello no pierde oportunidad alguna de meterse con el Ministro de Justicia.
También, trabajando como presentador de televisión, ha hecho contactos muy buenos con altos mandos de la policía y varias de las empresas de seguridad donde se acaban retirando estos últimos, y esto se refleja en buenas palabras para ellos cada vez que tiene la oportunidad de dedicárselas, como aquella vez que una niña de un año falleció por un fallo en un dispositivo de alarma de seguridad y, durante la rueda de prensa que el presidente de la empresa fabricante daba para pedir perdón rápidamente, dijo «Con esta rapidísima respuesta, las acciones de Secom han vuelto a subir. Yo también uso Secom», a lo que siguió una llamada de la familia de la niña diciendo «hace dos meses que se sabía la causa, y hacer una rueda de prensa cuando el incidente se filtra a los medios no nos parece para nada rapidísimo». Como de costumbre, hizo que fuera su ayudante quien se disculpara ante las cámaras.
También se han tenido que disculpar su sufridas ayudantes por comentarios racistas, como «no me podía imaginar su edad porque es muy morenito» sobre el luchador de K-1 nigeriano Bobby Ologun, y por comentarios machistas como «la mujer violada también tiene culpa, tienen tanta culpa uno como el otro». Algunas de sus ayudantes, por cierto, han confesado verse obligadas a soportar casos leves de acoso sexual, como masajes de espalda o comentarios sexistas.
Y poco más tengo que decir. A mí lo que me da este hombre es mucho miedo. Ver como visita una residencia de ancianos y saluda como un rey mientras lo reciben como si fuera el Mesías me da escalofríos. Y voy a cortar ya porque, si no, no acabo.