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Hadaka-bo Matsuri, el festival de los muchachos desnudos (裸坊祭)

Ayer sábado fue el festival más importante de cada año en Hofu (防府市), Yamaguchi (山口県), que es la ciudad de Ai. El festival se llama Hadaka-bo Matsuri (裸坊祭), lo que significa ‘festival de los muchachos desnudos’. En realidad no van desnudos, sino que van de blanco, pero tienen mucha razón en que mola más llamarlo ‘festival de los muchachos desnudos’ que ‘festival de los muchachos vestidos de blanco’.

Este año no hemos podido ir, pero el año pasado tuve la suerte de participar y fue una experiencia muy grata. Voy a ilustrar el artículo con algunas de las fotos que me hicieron.

muchachos vestidos de blanco
Los muchachos desnudos poniéndonos finos antes de empezar, porque casi en diciembre y con esa ropa hace un frío que no se puede aguantar sobrio.

El festival consiste, como es habitual en Japón, en recorrer la ciudad llevando una ofrenda hasta un templo sintoísta. La ofrenda suele simbolizar una parte de la cosecha, y se lleva como si fuese un paso de Semana Santa. Claro que hasta ahí llegan las similitudes con las procesiones de Semana Santa, porque estos festivales son muy alegres. Y, en el caso de nuestro festival, la ofrenda se lleva al templo más importante de Hofu, llamado Hofu Tenmangu. Podéis ver fotos del templo en el enlace anterior.

el paso
Preparando la ofrenda para empezar la movida seria.

Mientras se lleva la ofrenda hacia el templo, se ameniza el paseo con gritos rítmicos y otros detalles que denotan que se es un grupo de borrachos. También se suele subir al ‘paso’ a algunas personas, y es una forma de demostrar aprecio o respeto. A mí no me conocían de nada, pero me hicieron la gracia de subirme un rato por ser la primera vez que experimentaba un festival de este tipo. Y se lo agradezco mucho, se estaba fetén ahí arriba. Era como el toro mecánico, tenías que estar con todas las uñas clavadas en algo porque si no parecía que te ibas a caer de un momento a otro.

yo subido al 'paso'
¡Arre, caballo!

El festival se acaba cuando se llega al templo, que está al final de unas escaleras de piedra larguísimas. Cuando se llega a las escaleras, hay que parar y esperar una señal. Cuando alguien la da, todos suben las escaleras corriendo, la ofrenda incluida (sin nadie subido) y parece ser que todos los años hay alguien que se la pega, porque eso de subir escaleras corriendo todos borrachos en manada está claro que no puede ser bueno.

¡A ver si el año que viene puedo volver, aunque sea para verlo!